10 Julio 2011
Cuando existían los "pool" de secretarias, especie de gueto donde se trabajaba con todo tipo de documentos, los fallos y errores en la escritura a máquina impedían – entre otras cosas - progresar y recibir aumentos de sueldo. No cometer fallos y errores a la hora de teclear una carta, un informe o lo que fuese, fue - durante décadas y décadas - condición imprescindible para ser considerada una buena secretaria.
Salvo algunos casos, concretamente de una "personal assistant", poco importaba que la mecanógrafa tuviese idiomas, amplios conocimientos de gestión o de recursos humanos. Había que escribir con velocidad y eficiencia, y punto. El tema se complicó en el momento en que surgieron las máquinas eléctricas, en las que bastaba un mínimo toque sobre las teclas para que las letras se imprimiesen sobre el papel. Los errores de escritura no se podían corregir utilizando la goma de borrar, con lo que las soluciones eran escasas, o se repetía el documento o se pensaba en otra cosa.
La solución surgió en Estados Unidos, cuando una secretaria llamada Bette Nesmith Graham - bastante necesitada de trabajo y de no cometer errores - acudió a su primer día laboral. Consciente de lo que se jugaba si comenzaba cometiendo fallos, puso en práctica una solución simple y efectiva: colocó un poco de pintura blanca en una botellita de esmalte para las uñas y la que etiquetó como 'Mistake out'.
Durante los cinco años siguientes, la señora Nesmith prosperó gracias a su botellita de pintura, a la que iba añadiendo innovaciones de color, calidad, etc. Muy pronto otras secretarias se fijaron en la solución y comenzaron los pedidos de botellitas, mientras que sus amigos y uno de los proveedores de la oficina la empujaron a comercializar el producto localmente.
El corrector líquido aparece en Estados Unidos: lo inventó la secretaria Bette Nesmith que colocó un poco de pintura blanca en una botellita de esmalte para las uñas y que etiquetó como 'Mistake Out'
En 1957, convencida de haber perfeccionado el producto, se lo ofreció a IBM pensando que la gran experiencia de la multinacional en máquinas de escribir eléctricas y electrónicas lo valoraría adecuadamente. Para ello adjuntó dos cartas, una escrita en quince minutos utilizando sólo una goma para hacer las correcciones, y una segunda escrita en dos minutos y medio, utilizando corrector líquido.
Pero el interés fue escaso y le exigieron más innovación. De hecho no será hasta 1958 cuando la revista “Office” populariza el invento entre otros cincuenta nuevos productos.
Luchadora como todo "entrepreneur", Bette Nesmith dejó su trabajo como secretaria y continuó produciendo sus botellitas en ese espacio natural de innovación que en Estados Unidos son la cocina y el garaje familiar. Allí fundó la Mistake Out Company, luego llamada Liquid Paper. Su hijo, Michael Nesmith, que formó parte del grupo The Monkees, y sus amigos llenaban los recipientes y los repartían a los clientes.
Y el éxito llegó en 1958, cuando la revista "Office" incluyó el 'Liquid Paper' entre otros cincuenta nuevos productos. Más de quinientos lectores de la publicación solicitaron más información. Las botellas de corrector líquido empezaron a estar presentes en todas las oficinas y a venderse en todas las papelerías.
El boca a boca hizo el resto. Una vez más se demostró que una buena idea en el momento apropiado, vale a veces más que pseudo innovaciones plenas de parafernalia. Así Bette Nesmith, que murió en 1980 a los 56 años, seis meses después de haber vendido su empresa a Gilette por 48 millones de dólares, consiguió un sitio de honor en la historia de la oficina.
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