Desde que en 1900 el noruego John Vaaler inventó el clip de metal para sujetar papeles (un simple alambre de acero prolijamente retorcido), cientos de miles de millones de unidades se han comercializados activamente en pequeños paquetes o cajas y su función en trabajos de oficina ha sido prácticamente insustituible.

Antes del clip los papeles se unían mediante agujas rectas y no era raro que las personas se pincharan al manipularlas, además de que agujereaban los papeles. El clip solucionó todo eso.

Pero las décadas pasan y la innovación manda. Sea por demanda o por el intentar abrir un nuevo mercado, ACCO Brands, el mayor fabricante estadounidense de clips, con sede en Chicago, acaba de poner en el mercado un nuevo y sofisticado clip que espera goce de las preferencias de los consumidores, aunque el problema es que vale más de 16 veces que el tradicional, en torno a 1 centavo de dólar).

Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las 11.000 millones de unidades vendidas cada año en EEUU se producen en aquel país y, puede que por ello, hablar de innovación en el ámbito del clip puede sonar un tanto extraño.

En una fábrica de ACCO, 38 máquinas, algunas con más de 50 años, cortan alambres y los moldean en clips a un ritmo de 1.600 por minuto. Aunque la compañía lanzó Klix en junio y no revela cifras de facturación, asegura que las cosas marchan muy bien.

"Esta es nuestra reinvención del clip para papel", manifestaba hace unos días  Carol Lucarelli, directora de imagen de ACCO, en The Wall Street Journal mientras exhibía un fajo de papeles sujetos por una especie de abrazadera de acero inoxidable llamada "Klix", que viene en tonos brillantes de rojo, púrpura, verde, azul y el plateado clásico.

Los clips estándar "no hacen en realidad el trabajo que se supone que deberían hacer", afirma Julian Peck, el ingeniero inventor de Klix, desde Newcastle, en Inglaterra. "Se salen, no puedes confiar en ellos".

Sin embargo Desmond LaPlace, que hace 15 años dejó la dirección general de ACCO, tiene sus dudas sobre las posibilidades de cualquier cosa que eclipse al modelo estándar, que a través del tiempo se ha convertido en un producto básico, un commodity, es un clip para papel.

Los ejecutivos de la compañía reconocen que el público no pedía a gritos un mejor clip. Tal vez la cuestión debería de ser, en vez de cuál es el mercado que aceptaría este producto innovador indagar, como sugiere Peter Drucker, cuál es el mercado para lo que ella “hace”.

Y es que fuera de la oficina el clip tiene miles de usos diversos, desde ser utilizados como pequeñas herramientas para limpiar tuberías, abrir manualmente reproductores de CDs o desatascar tubos de pegamento, hasta aplicarse a decoración.

La empresa, que hoy obtiene muchas más beneficios de otros productos de oficina como grapadoras, confiesa que no ha hecho investigación de mercado sobre clips durante años y que no buscaba reinventarlos. De hecho, menos de 1% de sus ventas anuales corresponden a clips. La apuesta, no cabe duda, es más que fuerte, renovadora.