08 Noviembre 2010por Pedro A Muñoz
Sorpresa e inquietud causó el pasado 24 de septiembre un titular en “The Wall Street Journal”: “Alcatel-Lucent se cansó de ser grande”. ¿Qué significaba? ¿Es que la gran multinacional que sólo ha registrado beneficios en dos de sus últimos ocho trimestres, había decidido comenzar a liquidar activos?
El diario estadounidense recordaba que, durante 2009, Ben Verwaayen, su agresivo director general, “redujo los costes en 950 millones de euros y presentó un plan para eliminar cientos de productos que no eran rentables”.
¿Entonces?
El llamativo titular – indicaba el mismo periódico - quería subrayar que la gran multinacional había decidido apostar por una nueva forma de gestión acorde a los nuevos tiempos.
“El fondo de las nuevas estrategias de negocio – manifestó Verwaayen a “The Wall Street Journal” – pasa por crear nuevos espacios para una nueva forma de pensar.
En otras palabras, la globalizada Alcatel-Lucent “necesita actuar más como una pequeña empresa que apenas está empezando y menos como un gigante pesado y lento. La meta no es ser grande. Por fuera tenemos que lucir como una compañía sofisticada y establecida, pero en el interior necesitamos sentir la energía de una empresa que acaba de despegar”, explicó.
La estructura de gestión, vertical, segmentada y controladora, cuyo fin previó hace décadas Peter Drucker, es un lastre que una gran empresa debe abandonar. La empresa debe aprovechar y potenciar las energías creativas e ideas de sus empleados, promoviendo el contacto constante para motivar y generar innovación.
Para empezar, Verwaayen recibió al periódico estadounidense en la que desde hace ya dos años es su despacho de director general. El sorprendido periodista constató que el sitio desde donde dirige la corporación, no es la clásica y amplia oficina con sofás de cuero y pinturas enmarcadas, asociada normalmente a un ejecutivo “top” – imagen magnificada además por la literatura y el cine -, sino que se trata de un pequeño despacho pintado de blanco, muy próximo al lugar donde los empleados de esa planta de su edificio acuden a la cafetera automática.
¿Qué razones han movido a este sorprendente cambio? ¿Es una jugada de relaciones públicas?.
Ni por asomo. Esta nueva política responde a una tendencia realista que se va imponiendo en el espíritu de la oficina. Recordemos que durante décadas los centros del poder de las grandes empresas se han venido identificando con imponentes edificios y, obviamente con sus valores propios y supuestos, hasta el punto que convirtieron la oficina en el núcleo de la vida laboral de la clase media del siglo XX.
Un mundo encuadrado en estandarizadas instalaciones y rígidos horarios de trabajo. Un mundo caracterizado por sus archivadores y mesas de trabajo casi en propiedad, ocupadas por personas atareadas en trabajos rutinarios, con altos ejecutivos trabajando en despachos cerrados o separados por paneles de vidrio y protegidos por sus secretarias.
Comunicación muy sectorizada
Esta imagen comenzó a evolucionar – aunque lentamente – a partir de los años 80. Muchas empresas comprendieron que no había más remedio que adaptarse a los nuevos tiempos, empezando por su cúpula directiva. Había que aceptar el desafío de transformar un lugar de trabajo muy tradicional en un entorno laboral futurista y dinámico, un lugar en el que la gente quisiese estar y pudiese dar lo mejor de sí.
Aunque el cambio ha sido muy lento, estudios y análisis diversos coinciden en que la mayoría de la ideas para mejorar y rentabilizar el crecimiento corporativo, no son descubiertas o inventadas en laboratorios o en el aislamiento de una oficina presidencial.
Provienen de gente que trabaja a diario en primera línea, que atiende directamente a los clientes, que explora nuevos mercados y se enfrenta con la competencia. Es decir, rentabilizan una actitud muy en línea con la positiva influencia que un ambiente laboral apropiado y bien diseñado, puede tener sobre el personal de una oficina y la forma en que trabaja: lo que se ha dado en llamar la oportunidad del lugar de trabajo.
La realidad termina por imponerse, ya que la verdad es que nunca antes había sido tan fuerte la presión para reexaminar el papel del entorno de la oficina, sobre todo a la hora de apoyar las aspiraciones comerciales y organizacionales. De un espacio laboral muy sub utilizado, reflejo de la dinámica de las ocupaciones de oficina (reuniones, interacción informal, operando lejos del lugar de trabajo, etc.).
Por lo tanto, se emprende una amplia gama de actividades, muchas veces enfrentadas o combinadas, que reflejan la diversidad de los trabajo de oficina (lectura, mecanografía, escritura, trabajo de PC, llamadas telefónicas, reuniones, reflexión etc.).
Pero, aunque muchos lugares de trabajo se han desarrollado alrededor de oficinas en plan abierto o bien celulares, estas se encuentran generalmente organizadas según el estatus y la tradición, en vez de la necesidad práctica.
¿Por qué razón por ejemplo, el presidente o un consejero de una compañía - que tal vez acude sólo uno o dos días al mes - debe tener una oficina tan grande?
En el actual entorno laboral de la oficina, la interacción y el intercambio de información y conocimientos se han convertido en elementos clave que deben de ser apoyados, ya que los empleados están mucho más por el "empowerment" respecto a cómo, hasta dónde y cuándo, realizar sus cometidos.
Todo ello arrancando de una nueva concepción de lugares y espacios de trabajo. Pero, aunque todos estos desarrollos sean considerados como parte de la dinámica del lugar de trabajo, la mayoría de ellos, en lo que respecta a la oficina, siguen basándose principalmente (en términos de estilo y distribución) en las necesidades de aquéllas "fábricas administrativas" iniciales. Esto es cierto no sólo para los edificios antiguos, también para los nuevos.
Lo que se pretende es que el trabajo de muchos basado en procesos rutinarios disminuya sustancialmente, permitiendo que los empleados incorporen valor añadido bajo formas más dinámicas y creativas. Por esta razón el lugar de trabajo puede ser el catalizador perfecto para el cambio, mejora y progresión, en el ámbito de equipo, departamento u organización. Y de hecho el cambio del lugar de trabajo está siendo utilizado cada vez más en esta importante orientación por las organizaciones.
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