01 Octubre 2012por Pedro A Muñoz
Intentar lograr financiación para un proyecto empresarial en tiempos como los que corren, cuando los apoyos institucionales son casi inexistentes y los bancos no quieren oír hablar de conceder créditos, especialmente a aquellas personas que no cuentan previamente con un sólido respaldo que les avale, parece ser una iniciativa inútil que más vale archivar en espera de tiempos mejores. Sobre todo si se trata de emprender pequeños negocios o actividades laborales autónomas en las que las TIC juegan un papel determinante. Es que la virtualidad vende poco en tiempos como los que corren.
Pero los tiempos están cambiando. De acuerdo con un estudio de la compañía estadounidense New Ways on Working (Neo WOW), la recesión está acelerando la implantación de prácticas alternativas de trabajo apoyadas en las TIC, es el caso de empresas que incluyen el “host desking” (asignación variable de mesas en una oficina), así como el trabajo desde el hogar y/o desde hoteles u otros sitios de terceros en cualquiera de sus modalidades, como cafés de trabajo o lobbys de los hoteles.
Opciones diversas a las que hace algún tiempo se ha añadido las facilidades que ofrece el “coworking”, innovadora forma de entender el trabajo surgida en Estados Unidos hace pocos años y que constituye una excelente salida para aquellos que prácticamente sólo cuentan con materia gris, es decir, abundancia de ideas pero escaso o nulo capital financiero.
Es decir, esa variada gama de profesionales entre los que destacan emprendedores con ideas innovadoras, autónomos creativos, etc., que prescinden – obligados o no - de la oficina tradicional para poner en marcha sus propias ideas de trabajo o negocio.
El “coworking” o cotrabajo, que inicialmente se orientó a profesionales del sector del diseño, de la programación, Internet y el periodismo, se ha expandido imparable al resto de sectores profesionales, y ha sido definido como un espacio físico particular que se comparte para trabajar y se puede dar tanto en incubadoras como en centros de negocios.
Espacios que suelen tener un coste mensual mínimo por persona que oscila entre los 100 y los 180 euros de media, que incluye compartir un espacio de trabajo en la oficina (con su mesa de trabajo e infraestructura de comunicación), sus servicios y gastos comunes. Durante estos dos últimos años y en lo que a España respecta, indica la consultora Deskmag, “la demanda de espacios de “coworking” ha crecido a un ritmo superior a la media mundial”.
Esto se debe fundamentalmente a factores tan próximos como la recesión económica y, consecuentemente, el aumento (forzoso o no) de los trabajadores independientes, la creación de nuevas empresas y el convencimiento que entramos en otra era, donde se impone la utilización intensiva de la TIC y los modelos económicos colaborativos. Ahora bien, aunque sean muchos los que deseen emprender y trabajar por su cuenta, los altos precios de alquiler de las oficinas o la incomunicación que supone trabajar desde casa, actúan como un freno poderoso.
Es aquí entonces donde comienzan a resaltar algunas de las características de los espacios de “coworking”, como la flexibilidad de horario, la disponibilidad de espacio y el fin del aislamiento, factores estos últimos característicos de autónomos y emprendedores. En efecto, un autónomo pierde a menudo la perspectiva exterior ya no suele ser capaz de enfrentar su trabajo a la valoración directa de los demás. El “coworking” entonces se presenta como una solución ideal, creando un nuevo perfil de trabajador.
“Por lo general este perfil corresponde a una persona joven y muy ligado a las nuevas tecnologías (periodistas, programadores, diseñadores, community managers, etc.), aunque comienza a convertirse en una alternativa para autónomos que necesitan aligerar costes y aprovechar las ventajas que les ofrece el “coworking”.
Es importante señalar que, las personas o redes profesionales con las que se reparte el espacio sean afines y se comparta una misma filosofía de trabajo para de esta forma conseguir el incremento de la productividad deseado” comentaba al diario “El Pais” Gonzalo Barbadillo, Director del área de Human Capital de Deloitte.
Concretando un poco más, conviene dejar en claro que “los espacios de “coworking” no se rigen por los mismos principios de negocio de otros tipos de compañías. En efecto, el ambiente colaborativo que tanto se valora en los espacios de “coworking” se basa en la confianza entre sus miembros y no en arañar todos los beneficios posibles” indica Deskmag.
Sin embargo no es oro todo lo que reluce. El “coworking” es sólo una forma más de trabajar en tiempos como los que corren, pero no “la forma ideal”. De ahí que resulte tan importante entender cuáles son sus posibilidades y cuál es el perfil de sus trabajadores. No todo el mundo se adapta a trabajar compartiendo espacio que, si bien es cierto les brinda una serie de servicios y comodidades, hace que el trabajo se convierta en un tema “social”.Es decir, aunque pague, el “coworker” no puede hacer lo que venga en gana, prima el espíritu de convivencia. El intransigente verá como pronto le señalan la puerta de salida.
Por ello y según indica Óscar García, CEO de Busining Espacio de Negocios, los “coworkers” suelen ser profesionales muy relacionados con la tecnología, ya sea porque son tecnólogos o porque su trabajo depende de ello. Al decir tecnología quiero decir que van desde lo más “básico” como un Smartphone, a lo más avanzado como el “cloud”.
Creo que esto se debe a que están más enfocados a la movilidad y no les “asusta” el no poseer un espacio físico íntegramente propio. Son más colaborativos, más relacionales, más abiertos a probar diferentes opciones y novedades. En su mente en general, no existe el esquema típico de trabajo-oficina, sino el “trabajo donde estoy”.
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