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Análisis

Es una de las principales causas de distracción y tensión entre los empleados.

No espere a que el ruido de su oficina incremente su temido estrés

El problema del ruido se ha agravado en los últimos años, con la proliferación de las tecnologías móviles y las nuevas formas de trabajo que han cambiado la configuración de los centros de trabajo.

13 Abril 2012

Concentrarse es una de los objetivos más enervantemente difíciles para cualquier trabajador del sector terciario, sobre todo si se encuentra en un ambiente ruidoso. En efecto, no se precisa ser un analista especializado para saber el ruido es uno de los compañeros constantes de casi todas aquellas personas que trabajan en una oficina, hecho que se ve favorecido cuando se va cada vez más hacia espacios amplios y diáfanos, prácticamente sin separación física entre los trabajadores, trabajen o no en grupo.

Si tenemos en cuenta que un 70% o 75% de la población laboral está ocupada en el sector servicios y trabaja en oficinas, comprenderemos mejor la situación, ya que, entre otras cosas, el trabajo de oficinas se caracteriza por pasar muchas horas trabajando en posturas sedentarias (sentados) y con un enorme esfuerzo para el sistema nervioso central. Los expertos en management recuerdan que la “cultura obsoleta” que sigue imperando en la enorme mayoría de empresas españolas, causa un creciente malestar entre la población activa. Se recuerda que más de un 40% de los asalariados, sufre de trastornos psíquicos derivados del trabajo, como el estrés, el mobbing, la depresión…, pero no se insiste lo suficiente en los nocivos efectos del ruido.

Partamos de la base de que resulta complicado pedir silencio, al menos durante un rato o que no se nos interrumpa durante un determinado lapso, ya que nunca cesan las conversaciones alrededor nuestro, los teléfonos, fijos y móviles -con sus diversas modalidades de timbres, canciones y pitidos-, no dejan de sonar, si a esto le agregamos el taconeo inmisericorde de trabajadoras y/o trabajadores (ya sea en el piso superior o en la misma oficina si carece de moqueta) que hace retumbar la tarima y así. De ahí a que el sistema nervioso comience a tensarse, no hay más que un paso. Muchos trabajadores padecen a diario esta situación en su oficina. Ahora bien, aunque el ruido no es la principal dolencia laboral, sí es una de las principales causas de distracción y estrés entre los empleados.

Es cierto que cada uno tiene una tolerancia diferente al ruido, pero en lo que no hay duda, los estudios así lo prueban, es que el ruido afecta a la concentración: con un nivel de ruido sólo conversacional perdemos un 20% de capacidad para concentrarnos.
La American Society of Interior Designers (ASID) y Steelcase, compañía de diseño y equipamiento de espacios de trabajo, han estudiado los efectos acústicos en la productividad y han llegado a la conclusión de que reduciendo los ruidos en la oficina, aumentaría la concentración de los trabajadores en casi un 50%. El informe, denominado Sound Solutions y que tiene ya unos cinco años, pone de manifiesto además que el problema se ha agravado en los últimos años, con la proliferación de las tecnologías móviles y las nuevas formas de trabajo que han cambiado la configuración de los centros de trabajo.
Abordar el control del ruido en las oficinas no es sencillo, en la medida en que la fuente generadpra son las personas. Por ello, la recomendación es que el confort acústico en el trabajo con pantalla de visualización (de oficina) no supere los 55 decibelios. Una charla normal genera un nivel de ruido cercano a los 50 decibelios, mientras que los gritos llegan a los 70, según el informe Sound Solutions. Y los espacios diáfanos, tan acordes a las últimas tendencias, dan lugar a un ambiente mucho más ruidoso.

Según José Luis López Saldaña, director de Marketing e I+D+i de AF Steelcase, “cuando varias personas trabajan juntas en un recinto, los aspectos acústicos deben estar cuidadosamente estudiados. Es preciso analizar dos fenómenos contrapuestos que se complementan: el aislamiento y la absorción del ruido”. El aislamiento se trata mediantes superficies aislantes que actúan como barreras a la propagación del sonido, mientras que, por el contrario, la absorción requiere superficies fonoabsorbentes que reducen el nivel de ruido, atrapándolo y evitando que las ondas sonoras reboten o se reflejen.

La fuente de sonido más habitual, la conversación, puede tratarse con la instalación de pantallas o paneles del orden de un metro y medio de altura. Otra opción es colocar sobre la mesa objetos absorbentes de sonido que alcance 1,25 metros de altura sobre el suelo.

En los recintos vacíos de suelos, techos y paredes duras (reflectantes) el ruido retumba o reverbera de forma muy molesta y tarda mucho en amortiguarse porque rebota una y otra vez. Una disposición adecuada del mobiliario puede mejorar el comportamiento acústico del espacio. Sillas con tapizado blando, carteles en las paredes, techos huecos, suelos enmoquetados y cortinas tapizadas son las mejores soluciones para la absorción del ruido. 

Algunos estudios apuntan hacia medidas más “económicas”, pero con un resultado incierto. Por ejemplo, intentar mejorar el lugar en el que nos sentamos y, si es posible, cambiarnos a una mesa donde el ruido sea menor. Si no se puede, recurrir entonces a los auriculares y a la audición de música clásica, aunque cuidando que los cascos sean grandes para que cubran el máximo de superficie y que no nos excedamos en el volumen musical. La medida permitirá la ansiada concentración, pero también nos aislará del resto y sus efectos son inciertos.

Otros recomiendan tapones para los oídos, que no es la mejor opción para aislarnos del ruido. La verdad es que – si no se quiere incurrir en mayores gastos - es preferible que la dirección haga ver al personal la necesidad de evitar los ruidos innecesarios. En otras palabras, una mayor dosis de educación y respeto a los compañeros.

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